Este
beso es fiero, incluso doloroso , mi lengua busca la tuya, la tuya
sigue mi ritmo.
Dioses...¿qué
diablos estoy haciendo? Se suponía que venía a hablar
con ella para dejarla ir, para decirle que buscara a alguien mejor
que yo.
Pero
he llegado y vi esos dibujos en su escritorio, diversos bocetos de
mi...yo sentado en la hierba, yo mirando a alguna parte, yo fumando,
yo de frente.
Joder,
me quiere, y yo la quiero...¿cómo voy a dejarla? No
puedo, física y mentalmente no puedo.
El
AHORA me devuelve a sus labios. Adoro besarla. Dejo su boca y le doy
pequeños besos en la mandícula, sé que le gusta,
bajo por su cuello y vuelvo a subir para mordisquear su oreja. Oigo
su respiracón rápida contra mi hombro, me abraza y se
agarra a mi cuello.
Sus
manos se deslizan ávidas por espalda, vuelve a buscar mi boca
y muerde mi labio inferior tirando de él. La piel me pica, me
cosquillea, me arde. Quiero estar piel contra piel.
Mete
sus pequeñas manos bajo mi camiseta y las mueve ritmicamente
por mi estómago, joder, ¡así no hay dios quien
aguante!
-Para,
para- le digo con la respiración entrecortada.
-No.
Te quiero. Te deseo. Ahora- me mira directamente, con las mejillas un
poco enrojecidas, y sus ojos verdes encendidos.
Tira
de mi camiseta torpemente y me la quita por los hombros. A la mierda
todo. Le cojo la pequeña cara y la sostengo fuerte, le deboro
la boca, esto no es un beso suave, solo somos lengua y saliva.
-Me
matas-le digo entre dientes, pegado a sus labios-No puedo aguantarlo
más.
Tiro
de ella para ponerla de pie mientras me levanto del suelo. Frente a
frente. Recuperando el aliento. Meto las manos en el dobladillo de su
camiseta de tiras y se la quito sin ninguna ceremonia, tengo tantas
ganas de besar, morder y lamer esa piel tan suave y pálida que
le cubre los pechos. Guau. Es preciosa, con ese sujetador rojo
cereza, me da sensación de que exactamente ese es su sabor
ahí: cherry bomb.
La
acercó a mi y ella me rodea la cintura con los brazos y deja
la cabeza apoyada en mi estómago, me besa encima de los
abdominales y de repente me muerde en el pecho, se pone de puntillas
y apretando sus pechos me lanza una mirada felina bajo las largas
pestañas.
Vuelvo
a besarla, la cojo del cuello y ella salta sobre mi, enroscando las
piernas en mi.
Caemos
en la cama. Quiero desordenar esas cama con ella. Dentro de ella.
Torpemente
me desabrocha el cinturón y los botones de los vaqueros,
mientras bajo por sus pechos con silenciosos besos, no quiero
asustarla, aunque cualquiera diría que esta ninfa del placer
es mi niña inesperta.
Las
cortinas apenas dejan entrar algo de luz, es una escasa luz dorada
que nos baña tumbados en la cama, ella debajo de mi, yo encima,
protegiéndola de ojos indiscretos imaginados.
-Hazme
el amor. Hazme sentir perdida en ti. Hazme tuya y no me dejes ir- me
susurra mientras le quito los vaqueros lentamente.