¿Qué
es lo que te hace pensar?¿Qués es lo que te hace
levantarte todos los días?¿Qué es esa
palpitación que surge dentro de tu pecho?¿Qué es
lo que te hace vibrar?¿O solo es un sensación?
Veintiún
gramos es el peso que perdemos nada más morir, tal vez sea el
peso de nuestra alma, esa misma que Platón decía que
entraba y salía de nosotros por la boca...El último
aliento de vida es en realidad, es entonces la salida de nuestra alma
del cuerpo.
No sabemos
si en realidad existe ese ente que nosotros llamamos alma, que
nosotros los humanos nos hemos otorgado por el beneplácito de
considerarnos más razonables y superiores a otros seres.
Incluso, en
nuestra propia ignorancia, hemos creada las religiones, medios para
explicar aquello que no entendemos; supersticiones para responder a
hechos difíciles de aceptar; reglas para convivir como
nosotros decimos en paz.
Pero todo
ello lo olvidamos o lo aplicamos de la forma más incorrecta
que se nos ha ocurrido.
En mi fuero
interno creo y acepto que somos tan sólo una especie más
de ser que habita en este planeta, igual en condiciones y derechos a
los animales de otra especie y plantas.
Pero lo que
la sociedad humana nos inculca desde que nacemos es considerarnos
superiores a todo lo demás. Desde nuestros primeros pasos en
el mundo formado por el capitalismo nos estrellamos en un remolino de
deseo y poder, dos cosas que nosotros no conocemos realmente en todo
el sentido de su significado más original.
No
entendemos que aquello más placentero y hermoso no es “ser
más” sino “ser”, solo ser.
Somos
aquello por lo cual nos han creado, enseñado y mandado. Somos,
pero no un producto libre, sino meticulosamente estudiado y moldeado
por todos los demás, incluso por aquellos que ni siquiera se
ocupan de la relativa educación de sus progenitores.
Dentro de
las sociedades, nos dicen, nos enseñan que somos seres libres.
Pero es una falacia. Nacemos y nos adjudican un nombre que no hemos
elegido, nos enseñan las cosas que ellos consideran necesarias
y nos ocultan aquellas que odian o rechazan, nos registran en una
creencia que no conocemos con unos días de vida, nos encadenan
a un destino que nosotros no hemos elegido.
Y todos
ellos se creen superiores. Están satisfechos de haber creado
otro ser igual de arrogante e ignorante de la Realidad que ellos
creen conocer.
Arrogantes
por creer en un más allá.
Somos solo
organismos vivos, con conciencia, pero cuando dejamos de vivir nos
convertimos en podredumbe, no vamos a un cielo, paraíso o
nirvana para toda la eternidad.
Los que no
creemos en ello respetamos a los que si creen.
Pero las
religiones no están preparadas para respetar y convivir con
los llamados ateos.
Te
inculcan, te enseñan, te moldean...Pero no te ayudan a nada,
no te ayudan a ser, solo te ayudan a existir en lo que creen
verdadero y único.
La crueldad
de la que hace reflejo la Historia nos muestra este hecho. Pero
seguimos sin comprender, sin aceptar, sin entender, sin
escuchar...Encerrados todos a cada uno de nosotros dentro de lo que
creemos ser.
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