viernes, 14 de diciembre de 2012

CHAPTER 7


Este beso es fiero, incluso doloroso , mi lengua busca la tuya, la tuya sigue mi ritmo.
Dioses...¿qué diablos estoy haciendo? Se suponía que venía a hablar con ella para dejarla ir, para decirle que buscara a alguien mejor que yo.
Pero he llegado y vi esos dibujos en su escritorio, diversos bocetos de mi...yo sentado en la hierba, yo mirando a alguna parte, yo fumando, yo de frente.
Joder, me quiere, y yo la quiero...¿cómo voy a dejarla? No puedo, física y mentalmente no puedo.
El AHORA me devuelve a sus labios. Adoro besarla. Dejo su boca y le doy pequeños besos en la mandícula, sé que le gusta, bajo por su cuello y vuelvo a subir para mordisquear su oreja. Oigo su respiracón rápida contra mi hombro, me abraza y se agarra a mi cuello.
Sus manos se deslizan ávidas por espalda, vuelve a buscar mi boca y muerde mi labio inferior tirando de él. La piel me pica, me cosquillea, me arde. Quiero estar piel contra piel.
Mete sus pequeñas manos bajo mi camiseta y las mueve ritmicamente por mi estómago, joder, ¡así no hay dios quien aguante!
-Para, para- le digo con la respiración entrecortada.
-No. Te quiero. Te deseo. Ahora- me mira directamente, con las mejillas un poco enrojecidas, y sus ojos verdes encendidos.
Tira de mi camiseta torpemente y me la quita por los hombros. A la mierda todo. Le cojo la pequeña cara y la sostengo fuerte, le deboro la boca, esto no es un beso suave, solo somos lengua y saliva.
-Me matas-le digo entre dientes, pegado a sus labios-No puedo aguantarlo más.
Tiro de ella para ponerla de pie mientras me levanto del suelo. Frente a frente. Recuperando el aliento. Meto las manos en el dobladillo de su camiseta de tiras y se la quito sin ninguna ceremonia, tengo tantas ganas de besar, morder y lamer esa piel tan suave y pálida que le cubre los pechos. Guau. Es preciosa, con ese sujetador rojo cereza, me da sensación de que exactamente ese es su sabor ahí: cherry bomb.
La acercó a mi y ella me rodea la cintura con los brazos y deja la cabeza apoyada en mi estómago, me besa encima de los abdominales y de repente me muerde en el pecho, se pone de puntillas y apretando sus pechos me lanza una mirada felina bajo las largas pestañas.
Vuelvo a besarla, la cojo del cuello y ella salta sobre mi, enroscando las piernas en mi.
Caemos en la cama. Quiero desordenar esas cama con ella. Dentro de ella.
Torpemente me desabrocha el cinturón y los botones de los vaqueros, mientras bajo por sus pechos con silenciosos besos, no quiero asustarla, aunque cualquiera diría que esta ninfa del placer es mi niña inesperta.
Las cortinas apenas dejan entrar algo de luz, es una escasa luz dorada que nos baña tumbados en la cama, ella debajo de mi, yo encima, protegiéndola de ojos indiscretos imaginados.
-Hazme el amor. Hazme sentir perdida en ti. Hazme tuya y no me dejes ir- me susurra mientras le quito los vaqueros lentamente.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Esa gran fuerza cósmica.

Pereza. 
Eso es lo que me das, amor. Infinita pereza, porque me huyes, porque te persigo, porque te espero en el faro, y nunca estás.
Te echo en falta, amor. Infinita soledad, porque vuelves a aparecer, porque te pones terca, porque me ignoras, y nunca te quedas.
Y no sé que hacer, si seguir tecleando palabras o concentrarme en los libros que están encima de mi mesa llenos de cientos, miles de palabras que asumir.
Pero no, solo el deseo de tenerte me vuelve loca y me distrae de mi futuro, de mi trabajo, de mi deber. Sé a pesar de todo que no soy digna de ti, pero soy lo suficiente, no total, pero si suficientemente egoísta para querer tenerte a mi lado, dentro de mi.
Sigo esperando, siempre te esperaré. Porque sin ti, mi vida no tiene sentido. Nunca dejaré de creer en ti, amor.
Siempre tuya.
Siempre mío.
Siempre nuestros.