La
vida es muy incierta. A veces cojes un camino y te das cuenta de que
te has equivocado, pero aún así, aunque tengas la
oportunidad de rectificar sigues adelante, por cabezota.
Te
encuentras con que ese camino no es tan bonito como te lo habías
imaginado, está lleno de baches. Más bien es un camino
de tierra, que cuando llueve se enloda y te hundes hasta las
rodillas; tiene muchos desniveles y no puedes ayudarte de un remolque
para acarrear tus cosas. No, tienes que cargar solamente tú
con ellas, y acabas hundido y cansado, con el peso del mundo sobre
los hombros.
Pero
todo eso da igual cuando a pesar de haberte equivocado de camino
encuentras una bifurcación que te lleva hasta la vía
general de la vida. Ella fue mi vía. Y así fue como
encontré mi camino.
Podía
haber elegido una profesión, después buscar una casa,
elegir una hipoteca, levantarme a las siete de la mañana,
llegar a las tres a comer, ver las noticias sentado en un sofá
que se hunde, ir al gimnasio para porder verle los culos a las
mujeres jóvenes...podía haber elegido el camino fácil.
Pero no, eso no iba conmigo.
Desde
hacia demasiado tiempo ya, las calles aunque suene a tópico,
eran más mi casa que aquellas cuatro paredes de escayola donde
dormía. Era lo que se decía una caja de zapatos vacía.
Todas
las mañanas salía de mi habitación con la cabeza
bien alta, jurándome que aquel sería un nuevo comienzo,
pero al entrar en aquellas angostas clases mis sueños, mis
miles de promesas nocturnas, mis ansias de más se esfumaban.
Pero
desde aquel día logré salir un poco de mi pozo
particular, ví esa luz al final del tunel, era tu sonrisa
tímida, la primera que me ofreciste y que nunca logré
olvidar.
Escribí
desde entonces con rabía cosas que llevaban enterradad en mi
memoria mucho tiempo, dejé cosas atrás que ya no quería
tener a mi lado, volví a soñar un trozo de mi vida,
grité por dentro cada vez que me rendía.
Nunca
supe que aunque me hubiera rendido mil y una veces más
lograría volver a ese lugar donde pude crecer, donde aprendí
a vivir conmigo mismo. Nunca comprendí que aunque ella no
hubiera aparecido toda mi vida hubiera cambiado igual porque era el
momento de hacerlo.
Tras
largos momentos de reflexiones todo cambio.
me siento muy identificado con mucho de lo que sentís y escribís, amiga. un saludo desde el otro lado del charco.
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