jueves, 10 de enero de 2013

CHAPTER 8


Ya había dejado de preocuparme de los peros, los quizás y los “y si...”. Todo aquello era basura para mi autoestima y para mis metas. No tengo ningún plan, no espero conseguir nada maravilloso, ni quiero un “para siempre”.
Ahora mismo vivo el momento, me encierro en la dicha que siento, dejándome acunar por la extraña y cálida felicidad que me inunda.
Yo sé de sobra que no voy a ser alguien recordado por muchos y durante mucho tiempo, ni tan siquiera mis unas absurdas palabras en un papel.
Admiro la belleza de hombre y de persona que tengo durmiendo junto a mi, le cuento una a una sus largas pestañas morenas, resigo con la lengua en la costura de mi boca la forma de sus labios tan sensuales, deslizo mis dedos por los suyos fuertes y largos, me quedo extasiada con su aroma.
Cierro los ojos y me dejo llevar al mundo que él y yo hemos creado, donde ya no existe el dolor, ya no nos espera hipocresía, donde ya no hay lugar para la destrucción.
Ahora solo miramos hacia delante, acarreando el pasado bien guardado en los confines de nuestra memoria, siguiendo con nuestra vida, esperando otra. Hasta el día en que nos vayamos definitivamente.

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